Prolegomenos de una teoría sobre la creencia

Abstract

El hombre se apropia su universo sobre dos planos distintos y paralelos: el del pensamiento sometido a las incertidumbres de la racionalidad, y el de las creencias, sometido a las incertidumbres de la sugestionabilidad y del contagio mental. Esto es lo que el profesor Jacob enuncia en una notable fórmula lapidaria: "Los dos aspectos, racional e irracional del hombre, son irreductibles el uno al otro". Si ha sido necesario esperar hasta principios del siglo XX para que aparezcan las primeras obras que estudian el pensamiento como un mecanismo cerebral, nosotros estimamos que la evolución de los descubrimientos en neurofisiología permite formular desde ahora algunas hipótesis sobre los fundamentos científicos del creer. Tras los trabajos de Mac Lean y de los últimos descubrimientos en materia de neurofisiología y de neurobiología, nos parece posible, después de reconocer la existencia de ese mecanismo de adhesión, independiente de la razón, que es el creer, plantear la siguiente hipótesis: Si el homo sapiens, con una edad de 100,000 años cuando mucho, ha aprendido lentamente a utilizar su neocortex, y gracias al pensamiento, llegar a la intelectualización y a la racionalización, la rama homo no tuvo, durante millones de años, más que su paleoencéfalo y sus instintos como armas primordiales de una indiscutible eficacia, y cada uno de nosotros puede atestiguarlo. Pero, como lo han demostrado los neurofisiólogos, permanecemos, en muchos terrenos, sujetos a nuestro paleoencéfalo, y esto porque el hombre permanece bajo la doble y distinta dominancia de las dos partes de su cerebro, que puede a la vez utilizar bajo dos maneras de apropiación del mundo: la CREENCIA y el PENSAMIENTO. Esta distinción que reconoce que uno de los motores del comportamiento humano fue ignorado hasta ahora por la investigación, conduce a una revisión de muchas de las ciencias del hombre, pero se impone, en primer lugar, en psicología y en psicopatología.