La inteligencia maquiavélica de los primates y la evolución del cerebro social
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Abstract
Las presiones y el tipo de selección que dieron origen al cerebro humano han sido motivo de curiosidad y controversia a partir del nacimiento de la Teoría de la Evolución Darwiniana. Desde 1953 Chance y Mead habían ya sugerido que la competencia por conseguir una pareja sexual favoreció el incremento del tamaño de la neocorteza en los primates. Posteriormente, Jolly en 1966 y Humphrey en 1976 atribuyen a la compleja vida social en la cual se desenvuelven los primates la causa del acrecentamiento de la neocorteza y la aparición de facultades cognoscitivas superiores. Sin embargo, no es sino hasta 1988, con la postulación de la hipótesis de la inteligencia maquiavélica de Whiten y Byrne, que cobra fuerza la idea de que la vida social de los primates es la causa mayor de la evolución del cerebro. La hipótesis de la inteligencia maquiavélica asume que a lo largo de su evolución los primates han conseguido desarrollar diversas estrategias sociales por las cuales un individuo busca maximizar su éxito reproductivo directo o indirecto, recurriendo para ello al uso convenenciero de comportamientos agonistas o cooperativos, según lo exija la situación. Actualmente se han identificado varios comportamientos complejos, tales como la reconciliación, la alianza o el sabotaje. Las dos primeras conductas están bien estudiadas: se conocen tanto su distribución y variabilidad entre las especies de primates, como las consecuencias de llevarlas o no a cabo. Por otro lado, el estudio de as vocalizaciones ha demostrado que los primates, aparte de poseer un amplio repertorio de éstas, son capaces de identificar relaciones de parentesco o de dominancia entre terceros a partir de dichas vocalizaciones. Lo anterior implica una correlación positiva entre el tamaño de la neocorteza y la variedad de comportamientos sociales complejos característicos de una especie. Si bien esta correlación en particular ha sido difícil de probar, los análisis comparativos han demostrado que la extensión de la neocorteza varía en función de ciertas variables socioecológicas. En uno de los primeros estudios, controlando el efecto de la inercia filogenética, Dunbar mostró que el tamaño de la neocorteza de las diferentes especies de primates varía en relación al tamaño promedio de los grupos en vida libre: a mayor tamaño de grupo, mayor extensión de la neocorteza. Asimismo, se ha encontrado que el tamaño de la neocorteza incrementa conforme aumenta el número de hembras promedio por grupo típico de las especies de primates, en tanto que no hay covariación entre la extensión de la neocorteza y el número de machos. Análisis más detallados han demostrado que junto con la neocorteza otras áreas cerebrales, tales como el estriado o la amígdala, respectivamente, aumentan de tamaño conforme incrementa el número de hembras por grupo o el tamaño del grupo. Otro hallazgo ha demostrado que el número de neuronas en las láminas parvocelulares del núcleo geniculado lateral aumenta conforme el tamaño del grupo social es mayor y sólo marginalmente en función del porcentaje de fruta incluido naturalmente en la dieta. Dicho descubrimiento demuestra que la vida social ejerció una mayor influencia en el acrecentamiento del número neuronal de las láminas parvocelulares que las presiones ecológicas tales como la calidad del alimento. De igual manera, la neurofisiología ha aportado datos que parecen guardar una estrecha correlación con la vida social de los primates, en particular con la necesidad de anticipar el futuro y tomar decisiones. Es bien conocido que en los primates las lesiones en la corteza prefrontal inducen una intensa apatía social. Recientemente se ha publicado que ciertas regiones de la corteza prefrontal de los primates responden a estímulos pasados o anticipan estímulos, en lugar de responder a los estímulos que están siendo percibidos. La activación de las neuronas de la corteza parietal posterior incrementa conforme aumentan la ganancia y la probabilidad de ocurrencia del estímulo asociado a dicha ganancia, lo cual sugiere que dicha región realiza análisis econométricos de ayuda en la maximización de la toma de decisiones. En suma, el conocimiento acumulado en los últimos doce años sobre la etología, socioecología, neuroanatomía y neurofisiología del orden de los primates permite afirmar que el cerebro humano ha sido diseñado principalmente para contender con una vida social compleja. Dicho conocimiento, aparte de su interés inherente, podría servir de sustento a una Historia Natural de las enfermedades mentales.
Keywords:
primates, inteligencia social, evolución